Un marranito que no aprende.

diciembre 02, 2017

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En esta ocasión quiero compartir algunas evidencias relevantes que comprueban un irrefutable e invariable suceso que ocurre comúnmente cuando comparto con mis amigos en las canchas del Elite o El Emperador. Todo parece indicar que la existencia de un sujeto nacido en la tierras donde se vive un realismo mágico de mariposas amarillas (aunque en realidad en esas tierras sólo he visto grillos y una cantidad adulta de urodelos) está condenada a la irremediable derrota en las canchas de un juego que demanda mucho talento y que resulta completamente esquivo para personajes salesianos como el señor @ymena.

En definitiva, las evidencias son claras. No se trata de sí ese personaje utiliza al Pivi o al man de Suba o a cualquier otro como su compañero para afrontar la derrota, por el contrario; esa variable parece no guardar correlación alguna con el resultado obtenido tras largas sesiones de fichas que se acomodan armoniosamente para marcar el camino de mi victoria. Durante estas sesiones, continuas tandas de al menos 4 frías bien heladas arriban al estadio donde se lleva a cabo esos enfrentamientos legendarios que quedarán por siempre en la memoria de todos.

Por lo general resulta importante resaltar que tras una charla técnica con el primer oficial Labial Martínez, el talento fluye de manera natural. No obstante, en ocasiones se cometen errores infantiles por parte y parte, pero todo ---tras una leve ajustada de tuercas y un diálogo de equipo en el que no existen gritos cayamanes o reacciones impulsivas como acostumbra a hacer nuestro amigo perdedor--- se convierte en una cuestión que muy rara vez nos hace sudar del susto.

Ahora, sin más preámbulos expongo ante la hinchada las evidencias donde claramente se me agota la creatividad para exponer nuevas formas de dar a conocer el campeonato obtenido.