Mi nuevo llavesita... Piscine Molitor Patel

He despertado en este día. Tristemente y para desfortunio de creo casi todos los que nos levantamos a trabajar temprano en estos días, el sol no aparece a la hora que veníamos acostumbrados. Está muy oscuro aún, busco los accesorios necesarios para tomar un baño y prepararme a salir a tomar la ruta que me transporta al lugar donde trabajo. No reparo ni siquiera en la hora, suelo dormir con dos teléfonos celulares que amanecen en algún lugar de mi cama y que sirven de jueces que me impiden saborear los últimos minutos de descanso antes de levantarme, hoy ambos han pasado desapercibidos, ni siquiera les he consultado. Me he levantado dispuesto y con la determinación rara y extraña para un día lunes.

Ya en la ducha, tengo la sensación de arrepentimiento por no haber colocado la TV de mi cuarto para escucharla y sentir que estoy activo gracias a la efusividad implícita de algún canal de deportes.

Salgo, finalmente vestido después de no muchos parapetos en el cuarto, y me dirijo al lugar donde espero la ruta. Recuerdo había planeado empezar a leer un libro que descargue, y entre mi teléfono se dispone a abrir el EPUB que narra la vida de mi nuevo amigo, me hago la siguiente pregunta: por que no leí el libro antes de ver la película. Siento que seguramente tras leer el libro me sentiré algo indispuesto, o quizás más bien extraño, como cuando uno hace algo no siguiendo el orden adecuado de hacer las cosas que permitirán obtener el mayor placer y obtener ese objetivo de una manera lógica y racional.

Gracias a Dios el conductor ya ha detenido su pista de rancheras a todo timbal, y cuando vengo a ver me he comido una gran sarta de lineas del libro, cuando regreso mi atención al mundo real ya el bus se ha colmado de personas. Y me encuentro muy cerca del lugar de trabajo. Ya no puedo seguir leyendo, sin embargo apenas me doy cuenta que durante el trayecto venia sonriendo sin importarme donde ni con quienes estaban. Todo gracias a mi llavesita Piscine Molitor Patel y a su efectiva, directa, y embriagadora forma de contar las cosas que han logrado a alguien creer en lo que yo no creo.